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¿Cómo afecta la nueva ley a los trabajadores del campo?
La reforma laboral pactada entre el Gobierno y los agentes sociales y aprobada en el Congreso el pasado mes de febrero, introduce cambios destacables en el sector primario. Esta reforma afecta a los trabajadores del campo concretamente, a la contratación y a la negociación colectiva, lo que está generando cierta inquietud entre los empresarios agrarios.
Vivimos un momento socioeconómico convulso, la guerra de Ucrania está disparando los costes de producción y la inflación continúa al alza. En este escenario, las organizaciones agrarias no han visto con buenos ojos la modificación de la ley al considerar que va a resultar perjudicial para el sector, ya que supone un incremento de los gastos en tiempos de incertidumbre económica.
¿Qué supone la reforma laboral para el campo?
Esta reforma laboral conlleva un cambio en los tipos de contratos. El indefinido pasa a ser el contrato ordinario, mientras que los temporales quedan sujetos a circunstancias concretas de la producción. Desaparece el contrato por obra y servicio, el más empleado en este sector. Actualmente, es posible hacer un contrato de seis meses, prorrogable a otros seis o para cubrir una excedencia.
El objetivo planteado por el Gobierno es acabar con la temporalidad, pero en el caso del sector primario este puede ser un problema, ya que la mayoría de los contratos de trabajo son para campañas concretas con un tiempo determinado. En estas situaciones en la que la duración de los trabajos está delimitada, se podrá hacer un contrato temporal durante un total de 90 días, pero nunca de forma continuada.
Otra novedad afecta a la negociación colectiva: los convenios caducados se aplicarán, sin límite de un año, hasta que sean renegociados.
➤ La escasez de mano de obra en el campo
La mayoría de las organizaciones agrarias destacan que la temporalidad no es sinónimo de precariedad. De hecho, en este sector la estacionalidad del trabajo es la tónica dominante. La demanda de empleados está directamente ligada a los ciclos productivos naturales (siembra, aclarada, recolección, etc.). Además, la organización de estos trabajos no puede preverse con demasiado tiempo de antelación, ya que se practica al aire libre y dependerá de las condiciones climatológicas que, muchas veces, resultan imprevisibles.
El sector primario precisa de contratos temporales y cíclicos de corta duración para campañas estacionales concretas. Sin embargo, en este caso, empresarios y organizaciones agrarias consideran que no implican precariedad para los trabajadores. Señalan que, a menudo, los trabajadores temporeros encadenan unas campañas con otras, trasladándose por todo el territorio nacional, un factor que supone que muchos de ellos no tengan una residencia fija, lo que puede dificultar su localización para futuras campañas.
Esta es la razón por la que algunas organizaciones consideran que el contrato fijo discontinuo no se adecúa a la realidad de la agricultura estacional, como puede ser la actividad relacionada con la fruta o la viña. La realidad del campo es que las plantillas se renuevan con frecuencia, ya que las campañas pueden coincidir entre sí y el trabajador encontrarse inmerso en otra o puede resultar muy difícil localizar a un trabajador en concreto ante la elevada movilidad de los temporeros.
Limitar a 90 días los contratos temporales de circunstancias previsibles de la producción es un problema para el sector, ya que consideran que no se adapta a la estructura de las explotaciones agrarias. Por ello, reclaman una excepción para estos contratos incrementando ese límite de días hasta los 120.
La nueva reforma laboral complica los contratos en el sector primario
Desde las organizaciones agrarias señalan que la nueva normativa puede complicar las contrataciones. También destacan que pueden darse situaciones de incertidumbre y dudas sobre el mejor modo de proceder ante la reforma de la ley. Por ejemplo, puede resultar complicado saber qué empresa agraria tendrá que hacer fijo discontinuo a un trabajador que desarrolle su labor en varias explotaciones a lo largo del año.
Desde el sector primario se muestran preocupados ante los cambios de la ley y consideran que será un problema añadido a los que ya venían arrastrando. Señalan que la modificación de la ley en el campo tendrá justo el efecto contrario al que pretende conseguir, en lugar de reducir la temporalidad creen que destruirá empleo. Los fruticultores, unos de los más afectados por la reforma, podrían pasarse a otros cultivos más mecanizados y reducir la demanda de trabajadores en el sector.
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