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Además de los gases emitidos por los medios de transporte o las fábricas que queman combustibles fósiles, la digestión de rumiantes como las vacas contribuye a incrementar el calentamiento global.
Conocer cómo afecta el metano del ganado al medioambiente es fundamental para comprender los retos a los que debe enfrentarse la ganadería del siglo XXI para plantear soluciones.
¿Sabías que la ganadería produce metano?
El metano es un gas más ligero que el aire y que, en la naturaleza, aparece al descomponerse la materia orgánica. Aunque su periodo de vida en la atmósfera es más corto que el de otros gases efecto invernadero como el CO2, la huella que deja para un periodo de 20 años es 80 veces mayor que la del dióxido de carbono.
Conocido químicamente como CH4, la importancia del metano está directamente relacionada con las vacas y el calentamiento global. ¿La razón? Este gas está presente en las flatulencias que estos animales tienen durante su proceso digestivo. En otras palabras, de forma natural las vacas producen un gas efecto invernadero que está considerado el responsable del 25% del calentamiento global actual.
Pero ¿cuál es la razón por la que estos animales generan un gas tan nocivo para el planeta simplemente por el mero hecho de alimentarse? La respuesta radica en la acción de rumiar.
Hidrógeno y agua: presentes en el rumen del ganado
Los microorganismos presentes en el rumen hacen que estos animales puedan degradar los elementos fibrosos vegetales que componen su dieta. Al fermentar los vegetales ingeridos se produce hidrógeno, gas que si no estuviese presente en este proceso haría imposible que los humanos pudiésemos ingerir derivados producidos por estos animales como la leche.
Como la presencia del hidrógeno en el organismo de las vacas afecta a los microorganismos vinculados al rumen, el aparato digestivo ha diseñado formas de disminuir la concentración de hidrógeno. Una de ellas consiste en formar un compuesto a partir de hidrógeno y agua capaz de ser expulsado a través de las flatulencias: el metano.
Sin embargo, el problema medioambiental no reside tanto en que las vacas produzcan metano, sino más bien en que hay miles de millones de vacas expulsando este gas diariamente a la atmósfera.
El metano un gas efecto invernadero
Para hacernos una idea y según datos publicados por la FAO, una vaca expulsa alrededor de 200 gramos de metano diario, lo que equivale a 5 kilogramos en unidades de CO2. Así, cada año, las vacas de todo el planeta liberan 100 millones de toneladas de metano, lo que en términos de CO2 equivale a 2.500 millones de toneladas dióxido de carbono.
Teniendo en cuenta que, según datos del Ministerio de Agricultura, anualmente, cada español consume 50 kilos de carne al año, esta realidad se torna cada vez más tangible.
Estrategias para reducir el metano
Si las vacas son señaladas con más insistencia que rumiantes como ovejas o cabras es porque el nivel de metano emitido a la atmósfera es directamente proporcional a la cantidad de comida que ingieren. Es decir, a mayor cantidad de alimento, mayor es la concentración de metano que se libera al medioambiente.
No obstante, no todo está perdido. Con el conocimiento y los medios que tenemos actualmente, es posible trazar una estrategia que ayude a reducir las toneladas de metano que libera la ganadería bovina.
⮞ Dieta equilibrada para el ganado
Una de las propuestas que ayudan a reducir el metano que producen las vacas pasa por promover una dieta más equilibrada donde se combinen forrajes de alta digestibilidad junto a un pequeño porcentaje de pienso.
⮞ Complementos alimenticios para minimizar emisiones
Igualmente, un reciente estudio señala al Asparagopsis, un tipo concreto de alga roja, como un complemento alimenticio capaz de minimizar las emisiones de metano sin reducir la producción.
⮞ Uso de aditivos con componentes antimetanogénicos
El uso de aditivos con componentes antimetanogénicos parece una alternativa eficaz para tener en cuenta en el medio y largo plazo. Nuevas investigaciones apuntan a que moléculas sintéticas como el 3-nitroxipropanol tienen la capacidad de reducir la concentración de metano de las flatulencias sin alterar el resultado de los derivados cárnicos y lácteos que consumimos de estos animales.
La Unión Europea y Estados Unidos aún están estudiando aprobar su empleo en ganadería, mientras que otros países como Chile o Brasil ya lo utilizan como una medida para reducir los gases efecto invernadero.
Es fundamental que a la hora de trazar una estrategia para reducir los gases que contribuyen al calentamiento global, los ganaderos también tengan presente la importancia de modificar otras prácticas perjudiciales para el efecto invernadero. Por ejemplo, el combustible utilizado en el transporte o la continua modificación del suelo también son prácticas nocivas ya que expulsan compuestos como el CO2 o el N2O.
Por ello, desde las entidades del Grupo Caja Rural somos conscientes de que, en un contexto de crisis climática y circunstancias tan volátiles como las actuales, la ganadería y la agricultura deben contar con el mayor número de herramientas y recursos a su alcance.
Los seguros agrarios que ofrecemos en colaboración con seguros RGA protegen las producciones agrícolas y ganaderas ante fenómenos meteorológicos adversos y, en general, imprevistos que pueden comprometer su actividad profesional. Porque la crisis climática es algo que nos afecta a todos, pero en particular se ceba con aquellos oficios del sector primario que dependen directamente de la respuesta de la naturaleza.