‘Smart agro’, ‘agrotech’, agricultura 4.0… Son solo algunos de los nombres con los que se hace referencia a la irrupción de la tecnología en el campo. La digitalización de la agricultura ha traído consigo la transformación de la industria agroalimentaria con cambios a todos los niveles del proceso de producción.
Los avances tecnológicos en el campo se traducen, principalmente, en una mejora de la productividad, de la eficiencia y en un ahorro de costes. Todo ello enfocado a dar respuesta a uno de los principales retos a los que se enfrenta el sector: alimentar a una población creciente produciendo los alimentos de la forma más sostenible posible.
Drones, sensores aéreos y terrestres, sistemas de geolocalización e inteligencia artificial. Éstas son algunas de las tecnologías que más se están aplicando tanto en la agricultura como en la ganadería en todas las fases del proceso, desde el cultivo hasta la producción y la comercialización. Permiten recopilar datos en tiempo real sobre el estado de los cultivos, el uso del agua, de fertilizantes, de fitosanitarios… y actuar de una forma más inteligente. Gracias a estos avances ya no es necesario aplicar fertilizantes, pesticidas e incluso agua de forma idéntica a todo el campo, con el coste que ello conlleva. La tecnología posibilita saber qué zonas o cultivos lo necesitan y aplicar estos productos en áreas concretas.
Según una encuesta realizada por la empresa Munich Reinsurance America sobre el uso de drones en Estados Unidos, tres de cada cuatro agricultores estadounidenses utilizan drones para evaluar, controlar y gestionar su explotación. El uso mayoritario, en concreto, un 73% de los agricultores los utilizan para monitorear sus cultivos; el 46% para analizar el estado del suelo y del campo y un 43% para evaluar la salud de los cultivos y de los animales.
Ventajas de la tecnología en el campo
La información es poder. Y en este ámbito es el análisis de datos lo que tiene importantes beneficios. Entre ellos, el aumento de la productividad de los cultivos o de las explotaciones ganaderas; la reducción del impacto ambiental de la actividad; realización de un uso más eficiente de los recursos; una mejora de la eficiencia de los cultivos; ahorro de tiempos y de costes.
Hasta aquí es posible pensar que la digitalización del sector agrícola se traduce únicamente en ventajas para el profesional. Sin embargo, también el consumidor se ve beneficiado. Veamos algunos de los más importantes:
- Productos con menos productos químicos. Como hemos comentado, gracias a la precisión de la información de la que dispone el agricultor, éste puede saber qué cantidad mínima necesita la tierra y en qué zonas. Además, las prácticas ecológicas verdes disminuyen los vertidos químicos a ríos y aguas subterráneas.
- Posibilidad de disponer de productos para abastecer la demanda de mercado. Gracias a la tecnología se puede planificar y mejorar la productividad del campo, evitando el agotamiento de la tierra. Con la tecnología se conoce el estado de la tierra -como su nivel de hidratación y temperatura-, el ritmo de crecimiento de la plantación o la localización prematura de enfermedades, entre otros datos.
- Producto de mayor calidad. Gracias a los datos de los que se disponen se puede saber qué necesidades tienen los cultivos y en qué momento exacto, con el fin de garantizar que el producto final sea de mayor calidad.
- Uso eficiente de recursos naturales escasos como el agua. La monitorización de los cultivos permite conocer las necesidades hídricas de la tierra y así, programar sistemas de riego inteligente.
- Mejor gestión de la trazabilidad desde el campo hasta el consumidor, lo que redunda en una mayor transparencia para el consumidor.
Asimismo, la analítica avanzada y el Big Data posibilitan la generación de previsiones de cosechas y prever la probabilidad de incidencia de plagas. El futuro pasa por explotaciones cada vez más inteligentes con avances en materia de ciberseguridad, conectividad por medio de sistemas de comunicación y sistemas integrados.