Astenia primaveral, ¿El cansancio primaveral es real o un mito?

No existen evidencias científicas que avalen la existencia de la astenia primaveral y por lo tanto no requiere tratamiento.
Cooperativismo 📢25 marzo, 2022237710 min
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Cada año, con el cambio de estación leemos decenas de titulares que hablan de cómo mejorar los síntomas de la astenia primaveral. Un listado de remedios caseros y complejos multivitamínicos nos invitan a consumirlos para minimizar el impacto de un cuadro clínico que la ciencia no considera patológico.

¿Qué es la Astenia en medicina?

El término astenia es utilizado en medicina para hacer referencia al cansancio y los síntomas relacionados con el mismo. Es más, según recoge la Asociación Española de Medicina Interna, la astenia crónica se define como “una sensación de falta de energía o vitalidad, prolongada en el tiempo, percibida en reposo y que se incrementa cuando hacemos ejercicio físico.

Mientras la astenia crónica duradera e intensa puede estar asociada a múltiples patologías, la mal denominada astenia primaveral no está vinculada a ninguna enfermedad ni guarda relación directa con la primavera.

A diferencia de la astenia, sí que hay patologías como las alergias que ven incrementada la sintomatología en aquellas personas que las padecen durante esta estación. Esto se ve motivado principalmente porque durante estos meses se activa la floración de muchos árboles y se incrementan los niveles de polen, gramíneas o cupresáceas, entre otros alérgenos.

¿Qué es la Astenia Primaveral?

Como mencionamos, la comunidad científica es clara a este respecto: no hay ningún estudio científico que vincule el cansancio o la falta de energía con el cambio de estación como tal, y mucho menos puede hablarse de estos síntomas como un proceso patológico que deba curarse.

Es por ello que, según apuntan desde la Sociedad Española de Médicos de Familia, el término más adecuado para referirnos al decaimiento que sufren algunas personas en esta época del año es el de trastorno temporal.

Por lo tanto, podríamos decir que la mal llamada astenia primaveral es un trastorno que aparentemente aparece con el cambio de horario que se produce a finales del mes de marzo. Junto a este cambio de rutina, el progresivo aumento de la humedad en el ambiente, el incremento de las temperaturas y una mayor presión atmosférica podrían incentivar esta sensación de pesadez o decaimiento.

 

El cansancio primaveral, ¿mito o realidad?

Al igual que sucede con cualquier cuadro sintomatológico, cada persona lo padece de una forma específica. Del mismo modo que no vive igual el cansancio una persona después de una sesión de ejercicio físico, tampoco podemos cuantificar el nivel de cansancio primaveral. Sin embargo, se trata de una sensación que sobre todo se experimenta a finales de mes de marzo y durante las primeras semanas de abril.

Según apuntan varios científicos, esto se debe probablemente a los cambios de rutinas y ritmos circadianos que experimentamos a finales de marzo y principios de abril. Así, lo que casi todo el mundo denomina astenia primaveral es realmente la respuesta de nuestro organismo a un proceso de adaptación. Con el cambio horario volvemos a tener más horas de luz y con ellas también una actividad física más intensa.

Al iniciar esta nueva rutina tras el invierno y volver a dormir una hora menos, debemos dejar que el cuerpo se acostumbre.

 

Cómo combatir la astenia primaveral

A pesar de que en numerosos artículos leemos que lo ideal es tomar vitaminas en primavera, según apuntan los científicos, no debería ser necesario tomar nada.

Si queremos combatir la astenia primaveral lo más recomendable es ser más pacientes con nosotros mismos y asumir que nuestro cuerpo necesita un tiempo para adaptarse al nuevo horario de verano. De modo que, en lugar de llenar nuestra agenda de actividades hasta las nueve de la noche y seguir acostándonos a la misma hora, lo ideal es tratar de estar más descansado que antes, puesto que el desgaste físico es mayor.

De ahí que una solución eficaz para minimizar el cansancio primaveral sea adaptar nuestro horario. Es decir, en lugar de incluir más actividades lo mejor es que tratemos de bajar durante algunas semanas el ritmo que llevamos acumulado los meses atrás.

Además de tener que lidiar con el cambio de las condiciones meteorológicas y circadianas, tampoco debemos olvidar que los meses de abril y mayo podemos notar un cansancio más acusado debido a que el curso escolar y laboral está encarando su recta final. Esto quiere decir que desde que reiniciamos la rutina el pasado mes de septiembre ya han pasado ocho meses y el agotamiento va haciendo mella en nuestro cuerpo.

Igualmente es recomendable continuar practicando ejercicio físico una media de dos/tres días por semana e intentar caminar un mínimo de treinta minutos seguidos diariamente.

Si a pesar de respectar nuestros ritmos continuamos cansados, podemos incrementar nuestro consumo de alimentos ricos en vitamina C como los cítricos e, incluso, incorporar suplementos alimenticios como el magnesio o la jalea real.

Por supuesto, si los síntomas del cansancio persisten y se vuelven más crónicos debemos visitar a nuestro médico de cabecera para asegurarnos de que todo está bien.

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