El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer es la fecha señalada, desde hace casi 50 años, para reivindicar un mundo donde exista una auténtica igualdad entre mujeres y hombres. Gracias al esfuerzo diario de las mujeres durante la historia, la sociedad avanza para lograr un estándar de igualdad en todos los ámbitos y sectores.
Hoy contamos con el testimonio de Inmaculada Idáñez, presidenta de la Confederación de Mujeres del Mundo Rural (CERES), para explicarnos cuál es la situación de la mujer en el medio rural. En la entrevista nos habla de la historia de CERES, de los logros que han conseguido y de cómo será el futuro para todas las mujeres valientes que hacen oír su voz para conseguir que su actividad sea reconocida en nuestro país.
¿Cómo nació CERES? ¿Qué logros y reconocimientos habéis conseguido para las mujeres?
Nació desde el germen de un grupo de agricultoras y ganaderas de la organización profesional agraria COAG, que detectaron la importancia de trabajar en red como asociaciones de mujeres en los pueblos, para promocionar su desarrollo integral y promover el acceso al empleo tanto en la agricultura y la ganadería como en otros ámbitos.
Somos un referente como diálogo de la sociedad civil en el medio rural. En este sentido, nuestro asentamiento territorializado en la práctica totalidad de comunidades autónomas nos hace contar con la capacidad de hacer propuestas e incidir en políticas y estrategias territoriales de alcance económico y social importantes. Así, estamos en la mayoría de comités consultivos de los planes de desarrollo rural, cooperamos con las consejerías de agricultura, desarrollo rural e igualdad en casi todas las comunidades autónomas y contamos con colaboración en múltiples grupos de desarrollo rural y en numerosas concejalías de pueblos cooperando con las instituciones para organizar propuestas, presupuestos, programas, acciones y estrategias que promuevan la igualdad de género de las mujeres.
Orgullosas también de haber participado en un movimiento feminista que alcanzó la cumbre con la huelga de 2018 y 2019 y que ha conseguido, a base de estar, explicar, formar y trabajar con hombres y mujeres en la teoría y práctica del feminismo, su desarrollo como mujeres rurales y todos los cambios para nuestra sociedad en los pueblos que ello conlleva. Queremos normalizar que las mujeres sean autónomas e independientes económicamente, el acceso a los derechos sociales y culturales, al tiempo libre, al autocuidado y al alcance de los puestos de toma de decisiones incluso en entidades muy masculinizadas.
¿Qué papeles tiene la mujer a día de hoy en el mundo rural español?
Las mujeres tenemos el reto de superar una pandemia que está asolando a todos y todas, fortaleciéndonos y generando un nuevo modelo de sociedad donde las propuestas y planes nos conviertan en un actor más, tanto en los lugares de la toma de decisiones para salir de la crisis como para las beneficiarias. Nos merecemos que se nos tenga en cuenta por partir ya de una situación de desventaja estructural previa a la covid-19.
La mujer rural es diversa como cualquier mujer. Sin embargo, estamos estereotipadas. Lo cierto es que las estadísticas y los datos cuantitativos revelan que la mujer rural es una mujer con tan sólo el 30% de la titularidad de las explotaciones agrarias y que fundamentalmente trabaja en el sector servicios.
Es la principal trabajadora en los cuidados del hogar y de las personas dependientes y cuenta con una mejor formación reglada para la actividad profesional que los varones. De ahí la «huida ilustrada» que se ha producido en las últimas décadas. Las que quedan trabajan fundamentalmente en los servicios.
Las mujeres del medio rural pertenecen y se desarrollan en un ambiente marcadamente patriarcal y machista con unos valores y roles de género muy marcados que la delimitan desde su nacimiento y en todas sus etapas vivenciales. De ahí que consideramos imprescindible la formación a todos los niveles y coordinada desde todas las estructuras para avanzar hacia un ambiente más igualitario, con corresponsabilidad sobre todo de las tareas asignadas por cuestión de género a las mujeres.
En estos momentos de pandemia la gran apuesta y el gran reto que debe resolverse y más aún en el medio rural es el acceso de las mujeres a las tecnologías de la comunicación y la información en igualdad tanto en estructuras como en contenidos. Y el otro gran hito es resolver el sistema de los cuidados fundamentados en la labor altruista de las mujeres (hijas, madres, nueras, hermanas…) que sin estudios ni formación cubren ese sector laboral altamente feminizado y altamente maltratado. Es la hora de solucionar este sector, dotarlas de derechos, de formación y de presupuestos para construir en esa línea toda una oportunidad económica pero siempre desde el punto de vista de una dignidad y cobertura total, y no con pequeñas ayudas que no generan verdaderos derechos ni económicos, ni sociales ni culturales.
¿En qué sectores destacan las mujeres y en cuáles son necesarias pero no tienen tanta presencia?
Sobre todo estamos en el medio rural en los servicios como funcionariado, atendiendo a la sanidad y a la educación. Somos deficitarias en el sector agrario cuando hablamos de los datos visibles cuantitativos de altas, de mano de obra, de cotizantes y de titulares de explotaciones, pero lo cierto es que las mujeres forman parte de la industria y la economía alimentaria de manera histórica.
De ahí que una de las principales labores de CERES se centra en animar a las mujeres a regularizar su situación y que adquieran derechos por toda esa labor de “ayuda” que realizan en las explotaciones familiares agrarias.
En la transformación de alimentos, artesanía alimentaria y la venta directa somos las lideresas. Pero hemos de dar el salto al reconocimiento tanto en los títulos como en los organismos, entidades, asociaciones y organizaciones donde se toman decisiones de este cariz. Hay que estar en los consejos rectores de las cooperativas y acudir a las comunidades de regantes y a los plenos de los ayuntamientos. Para ello es fundamental normalizar la corresponsabilidad en los cuidados. Si hasta ahora no hemos tenido más puestos de mujeres en estos lugares ha sido, en gran parte, porque no podíamos permitírnoslo por la agenda con los mayores, pequeños y dependientes diversos. Nosotras queremos estar y para ello serán nuestros hermanos, compañeros, etc los que tendrán que hacer frente a esos cuidados.
Y en el medio ambiente, dentro de la gestión del territorio y las alternativas sostenibles al consumo y a la energía somos fundamentales. La juventud tiene que volver al pueblo y para esto hace falta un cambio radical del modelo económico. Somos muchas las mujeres que queremos acceder al mercado laboral pero no queremos endeudarnos para ello, ni queremos hacer grandes inversiones y queremos seguir teniendo vida personal, familiar e hijos pero estos modelos no benefician a las macroeconomías. Por eso hay tanta falta de natalidad, porque las mujeres tenemos inquietudes económicas y el quid está en la conciliación y la corresponsabilidad. De ahí la renuncia de tantas mujeres en el medio rural al trabajo reglado, porque es incompatible con la maternidad, etc. Poco a poco. Hace 20 años llevar una bolsa al supermercado era de “locas” ahora nadie se plantea esto como una locura. Y así, irán calando nuestros mensajes porque está claro que hay muchas lagunas en el actual sistema y que sólo beneficia a unos pocos.
¿Qué medidas habéis puesto en marcha para atraer a jóvenes, hombres y mujeres al entorno rural? ¿Cuáles se podrían poner en marcha de ahora en adelante?
Desde nuestra entidad lo que peleamos constantemente desde los inicios es por un medio rural que sea accesible, amable y sostenible para que las personas que lo han abandonado, se sientan atraídas y revertir esa tendencia. Entonces utilizamos todos los canales de interlocución institucional y las redes con asociaciones nacionales e internacionales en las que cooperamos para promover propuestas de acciones estratégicas que culminen en un resultado exitoso para atraer a los colectivos que normalmente buscan su futuro profesional y su proyecto vital fuera.
En este sentido, tenemos una preocupación especial por democratizar la PAC haciendo de ella una política que resuelva estos problemas y que no sea una política sólo enfocada a un modelo productivo muy pensado para nuestro campo como un sector industrial y de exportación y más vinculado al territorio. También consideramos que el acceso a la tierra hay que dinamizarlo desde las políticas y las decisiones al respecto y con estrategias para ello. Y que las soluciones en el medio rural estén a escala y medida del medio rural.
En CERES se destina mucho tiempo y esfuerzo al intercambio de experiencias de éxito de unos territorios del estado de mujeres emprendedoras en el medio rural para que otras mujeres del medio rural encuentren soluciones, oportunidades y futuro en los pueblos. Hacemos mucha didáctica en lenguaje sencillo con mujeres que han conseguido alcanzar su propio proyecto laboral para mostrar claves que puedan servir a las demás a nivel de financiación, de formación y de logística.
Y de otro lado, acompañamos asesorando en herramientas de financiación y formación en todos los territorios para los proyectos nuevos. Sobre todo nos da mucho apoyo la organización COAG con el personal técnico que nos da cobertura con voluntariado para asesoramiento en la incorporación, modernización y formación relacionada con la agricultura y ganadería, transformación de productos y venta de alimentos.
Lo que se debería de hacer es planes con impacto de género para que se pueda contabilizar la realidad y actuar en función de las necesidades de los territorios y los sistemas productivos. Por otro lado, también es muy importante abordar de manera definitiva el sistema financiero para los pequeños proyectos.
¿Cómo surgen proyectos como La Despensa Femenina? ¿Qué retos hay que superar para mantenerlos vivos?
La Despensa Femenina es un proyecto que nace desde el conocimiento de las múltiples mujeres que elaboran alimentos de calidad, sanos y sostenibles en todos los territorios y que añaden riqueza a las comarcas turísticas de nuestro Estado. En ese sentido consideramos que hacer catálogos de alimentos de mujeres que se pudieran distribuir en establecimientos turísticos de comarcas rurales podrían ofrecer otro producto a los visitantes más allá de la naturaleza o la cultura y complementar otros sectores. Es fundamental abrir nuevos canales de venta para apoyar las explotaciones de mujeres, que suelen tener mucho conocimiento en este sentido, pero poco apoyo para la comercialización. Lo que queríamos en CERES era acompañarlas en el proceso para mostrarles la manera de llegar a acuerdos con otros compañeros de la comarca y entre todos impulsar la economía.
Forma parte de ese sentimiento y trabajo que existe entre nosotras por promocionar los canales cortos de comercialización y la sostenibilidad y acercarnos a los consumidores dando a conocer nuestra marca, nuestra explotación, nuestra manera de trabajar, etc para que pongan rostro a lo que están consumiendo y le demos entre todos la importancia a la alimentación en su sentido más completo.
El proyecto se podría mantener con financiación para elaborar catálogos y mantener asesores que acompañen a las mujeres en estas iniciativas. De alguna manera, el proyecto sigue vivo, porque nosotras estamos expuestas en nuestra web y colaboramos con COAG en la web ARCO, donde cualquier persona del Estado puede buscar en su territorio productores que envían y ofrecen productos de manera directa, y así, conseguir nuestros alimentos. Pero el mundo de los mercados locales es muy amplio y siempre se encuentra en constante ampliación y diversificación. Es un mercado emergente y con mucho futuro y las mujeres lo estamos liderando o al menos, estamos participando en más igualdad de oportunidades que los sistemas alimentarios y las políticas más convencionales.
¿Cómo se adapta CERES a las necesidades que tienen las mujeres en las comunidades autónomas en las que participa?
CERES es una confederación y, por tanto, cada asociación confederada en cada comunidad autónoma trabaja con los gobiernos, redes de asociaciones, organizaciones y grupos de desarrollo rural según sus necesidades e intereses. Esto a nivel de interlocución. De cara hacia el interior, las coordinadoras programamos proyectos en todo el estado de formación con mujeres de contenidos o para emprender, diversificar, conocer normativa para la agricultura y la ganadería, acceso a la titularidad y también para entrenar y promover el empoderamiento y el liderazgo.
En este sentido elaboramos proyectos que se subvencionan y se implantan en todos los territorios a solicitud de cada asociación confederada intentando tener siempre un equilibrio en el reparto. Igualmente siempre tenemos una inquietud por vitalizar y dinamizar aquellos territorios donde no tenemos asociaciones más implantadas para que las mujeres se animen a participar en la vida social, política y económica y por eso tenemos colaboraciones con COAG en algunas zonas donde también cooperamos para que las mujeres se animen a trabajar juntas; en este sentido como asociación, porque si bien nosotras tenemos como objetivo último alcanzar la igualdad y trabajar codo con codo con nuestros compañeros de profesión y vecinos de nuestros pueblos, consideramos también muy importante tener espacios propios y nuestro propio terreno para formarnos y empoderarnos.
¿Qué medidas propone el Gobierno y cómo colaboráis con las instituciones para impulsar el papel de las mujeres en el medio rural?
El Gobierno en el medio rural no ha sido muy ambicioso en los últimos años. Ahora parece que sí quieren acercarse más a nosotras pero hemos de reconocer que no hemos elaborado un plan conjunto entre todas las asociaciones implicadas en la igualdad del medio rural para abordar y acatar todas nuestras necesidades de manera conjunta y desde múltiples perspectivas. Si bien hemos de aplaudir la apuesta decidida por la incorporación de la mirada de género en la nueva PAC, no hemos conocido cómo se va a llevar de verdad al terreno esta perspectiva.
Necesitamos presupuestos y que Hacienda también sea un ministerio valiente facilitando una fiscalidad flexible para las explotaciones de titularidad compartida y necesitamos que haya medidas que nos promocionen en todos los presupuestos. Consideramos que el sentimiento tanto en las comunidades autónomas como en el Gobierno central es el de contar con nosotras y que nos ven como necesarias, importantes y no se puede prescindir de nosotras y eso ya es una gran conquista, pero aún queda por hacer. Nos parece fundamental la formación y la innovación priorizando nuestra participación en los foros como la Red Rural y otros más técnicos dedicados al asesoramiento y la innovación.
¿Qué medidas adoptáis para ayudar a reducir la violencia de género en el medio rural y en toda España?
La formación en violencia de género es continua en una asociación de mujeres. En CERES tuvimos hace años formación para nuestras socias de tal manera que ellas pudiesen ofrecer un acompañamiento a mujeres víctimas en los territorios. Ahora sobre todo mantenemos esta red de puntos que se puede consultar en nuestra web y también colaboramos en todos aquellos pueblos donde hay una asociación CERES, con el ayuntamiento, puntos violeta y otras asociaciones y trabajadores sociales expertos en este problema, para cooperar tanto formándonos como realizando campañas de sensibilización entre la ciudadanía. A nivel estatal la COMPI (Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad) nos da mucha formación sobre todas las violencias hacia las mujeres con sus programas formativos, porque muchas asociaciones miembro se dedican a este trabajo.
Además, al pertenecer a COMPI, hemos tenido conocimiento y acceso a todo el trabajo que hizo el movimiento feminista en España para conseguir el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, donde apoyamos y participamos en los documentos y todas las reuniones hasta que se consiguió que el Congreso recogiera esta demanda de la calle.
En este sentido, apoyamos también a la Plataforma 7N que fue el germen de este Pacto. Con posterioridad, hemos continuado en contacto con todas las asociaciones de la plataforma y hemos elaborado un Informe sobre el Convenio de Estambul, que también hemos hecho nuestro -con alguna participación y aportación- informando sobre la realidad del medio rural al comité de expertos GREVIO, que analizaron en 2020 cómo aplica España este convenio. Como veis, CERES está muy vinculada al movimiento asociativo de las mujeres, a las redes y a la participación en todos los espacios.