Carlos Rodríguez es un profesor de Educación Física de Cartagena que ha construido su propio coche deportivo 100% eléctrico, Pure Car. Una enfermedad fue el detonante de este proyecto, en el que ha invertido alrededor de 35.000 euros y mucho tiempo. Repasamos con él cómo ha sido el proceso de creación de este vehículo en el garaje de su vivienda.
¿Cómo surgió la idea de construir tu propio coche?
CARLOS RODRÍGUEZ: Llevaba tiempo “rumiando” la idea de construir un coche, restaurar uno antiguo o comprar un kit car de un Cobra MK4 en Estados Unidos y montarlo en mi garaje.
En agosto de 2011 terminé un montón de esculturas que iba a exponer en septiembre y el día 15 empecé a encontrarme realmente mal. En el hospital me dijeron que tenía meningitis. La enfermedad no me dejó secuelas, pero sí el tiempo necesario durante mi larga convalecencia para estudiar más a fondo cómo se construye un coche.
Eres profesor de Educación Física y cuando empezaste con este proyecto no contabas con conocimientos de ingeniería, mecánica ni física, ¿cómo es posible diseñar y fabricar un coche sin esta formación previa?
C.R.: Desde pequeño mi regalo preferido siempre fue una caja de herramientas, siempre me he dedicado a crear inventos. La mayoría de las cosas (muebles ventanas, esculturas, suelos, estructuras) que hay en mi casa y muchas de las que hay en casa de mis amigos las he hecho yo. El reto de pensar en algo que necesite, darle vueltas para entender cómo se construye, diseñar ese algo desde mi punto de vista y luego construirlo es lo que me hace feliz -aparte de disfrutar con mi familia, mis amigos y en mi trabajo, y viviendo en paz con el universo, claro-.
Cuando tomé la decisión de hacer el coche primero hice unas líneas en un papel que más o menos me gustaban. Con eso fue suficiente. La primera vez que hago algo siempre desconozco cómo se hace, pero también tengo la seguridad de que lo conseguiré. Y así fue con el coche, empecé por lo que más me gustaba, que era hacer la carrocería y lo demás ya lo solucionaría cuando llegase. Puse en el suelo del garaje 10 m3 de porexpan y empecé a esculpir el diseño previo. Encima de eso puse fibra de vidrio y resina de poliéster y después de tres semanas aquello empezó a parecer un coche.
¿Qué papel han jugado internet y las redes sociales en tu proyecto?
C.R.: Terminada la carrocería necesité informarme en internet de cuáles son los tipos de chasis, de suspensión y de dirección que existen. Esa información luego la contrastaba con las opiniones de algunos ingenieros conocidos o gente de la universidad. De todo eso saqué mis propias conclusiones y comencé con el chasis, luego el interior… Y por fin llegó el momento de enfrentarme a eso que no quería que llegase: la batería. Si no existiera internet yo creo que no lo hubiera conseguido porque no tenía a nadie cercano que supiera construir una desde cero. Al final fabriqué una basada en la que llevan los coches Tesla… y encima funcionó.
Una vez terminado el coche fue muy emocionante poder llevarlo a un aeródromo y poder conducirlo por allí. Lo grabamos con un dron y mi hermano lo colgó en su muro de Facebook. A los 5 minutos le llamaron de la televisión murciana para interesarse por el coche. Desde aquello, gracias a las redes sociales, la prensa, la radio y la televisión la historia ha llegado a mucha gente.
¿Qué características hacen único a tu diseño?
C.R.: Mi diseño es único porque lo he hecho yo, pero es mejor que algunos y peor que otros. A mí me gusta, pero como soy muy perfeccionista sigo trabajando en él para que sea mejor. Ahora le estoy construyendo una capota rígida plegable y escamoteable en el maletero, porque es fundamental que la tenga. Y creo que quedará bonita.
¿Cuánto dinero has invertido en este coche?
C.R.: Yo creo que dinero, dinero unos 30 o 35.000 € pero el tiempo ha sido muchísimo.
¿Has necesitado financiación para hacer de tu sueño una realidad?
C.R.: No, todo lo he ido pagando de mi bolsillo, del dinero que iba ahorrando para poder ir comprando piezas en desguaces, páginas de segunda mano, Alibaba, páginas que venden artículos para transformar vehículos de combustión en eléctricos, etc.
¿En qué fase te encuentras ahora mismo, pendiente de homologar el vehículo?
C.R.: Ingenuo de mí, pensaba que podría homologar el coche sin gastar demasiado dinero, pero me equivocaba. Solo la homologación de la batería que he construido costaría 70.000€ y luego el resto del coche cerca de 20.000€. Se iba a convertir en un capricho muy caro.
La siguiente opción es homologar una serie corta europea y poner a la venta un número reducido de vehículos con unas características técnicas propias de un deportivo de carreras: chasis monocasco de fibra de carbono, motor de flujo axial de 600 Cv de potencia, un par de 1000 NM y una batería de 100 kwh tipo Tesla, que ofrecerá una autonomía de unos 450 km. Aparte de la capota rígida plegable el interior, tendrá un nuevo interior más tecnológico y refinado, pero respetando ese aire clásico que ahora tiene.
¿Cuentas ya con inversores para producir el coche?
C.R.: Todavía no cuento con esa cifra cercana al millón de euros que necesito para homologar y comenzar a fabricar la serie corta europea de una forma bastante artesanal. Y por supuesto estaría encantado de que algún apasionado por la idea quisiera invertir esa cantidad.
¿Cuáles son tus planes más inmediatos?
C.R.: Mientras desarrollo algunas de las mejoras que os he contado también le estoy dando vueltas, junto con un amigo ingeniero, a la creación de un chasis universal eléctrico, un sistema de intercambio de baterías fiable y barato… ¡Y alguna cosa más!