Ya estamos empezando a vislumbrar la reactivación económica que vendrá tras la superación de esta pandemia. Las economías que llevan más avanzado el procedimiento de vacunación, como ocurre en EE.UU y Reino Unido ya están mostrando datos de actividad que permiten ser positivos en las previsiones. El resto de países que, aunque con retraso, están llevando a cabo procesos de vacunación masiva, verán poco a poco recuperar sus economías, aunque esta recuperación se producirá de forma desigual.
La economía china que ha demostrado ser un indicador adelantado de cómo será el mundo tras el COVID, mantiene unas previsiones de crecimiento en 2021 por encima del 8,5%, aunque esta progresión paulatinamente se moderará. El Banco Central del país asiático, Banco Popular de China, está empezando a retirar liquidez y a endurecer las condiciones crediticias, para evitar un recalentamiento de la economía del gigante asiático.
Es importante destacar a las dos mayores economías, EEUU y China, que representan el 40% del PIB mundial. Ambas registrarán crecimientos significativos en 2021 que serán seguidos por las economías europeas y el resto de países emergentes. En EEUU los datos de actividad han sido sorprendentes, mostrando que estamos ante uno de los mayores impulsos económicos de la historia gracias a la reapertura económica y a las ayudas de la administración Biden.
En Europa, la aceleración del proceso de vacunación, permitirá que se intensifique la reapertura de la economía en la segunda mitad del año.
El entorno macroeconómico es propicio para el buen comportamiento de los activos de riesgo, y se verá reforzado por el mantenimiento de unos tipos de interés muy bajos y por el impulso de los beneficios empresariales, que probablemente se sigan revisando al alza tanto en 2021 como en 2022. La experiencia en China nos sirve para observar lo que puede esperarse respecto de la recuperación de los resultados empresariales tras superarse la pandemia.
Perspectivas en la renta fija
No podemos esperar un buen comportamiento de la renta fija soberana, cuyos rendimientos tenderán a repuntar en el nuevo entorno económico. No sería extraño ver los tipos a 10 años en Estados Unidos aproximarse a niveles del 2% y las rentabilidades de la deuda alemana volver a la zona del 0%. El bono del Tesoro americano a 10 años, referencia en las expectativas de evolución de los precios y política monetaria, cotiza en niveles del 1,63%, y por debajo de los máximos del 1,77% de marzo.
Un punto sobre el que poner en foco en los próximos meses, son los temores a un repunte de la inflación, ante una recuperación económica apoyada en estímulos monetarios y fiscales. De hecho, las expectativas de inflación en EEUU están en máximos. Si la inflación sube, los tipos de interés también lo harán y las inversiones en activos de renta fija se verían perjudicadas ya que, la inflación afecta negativamente a los bonos. Ahora bien, para que la inflación sea persistente se necesita un mercado laboral fuerte y a día de hoy, no se contempla ese escenario. En el mismo sentido, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha subrayado su compromiso con la actual política monetaria, argumentando que el repunte de la inflación es temporal.
En el largo plazo, tendremos mayor grado de tolerancia ante la volatilidad y podremos aprovechar las oportunidades que brinda el mercado en periodos de elevado pesimismo. Las acciones pueden estar sujetas a una mayor volatilidad a corto plazo, pero no a largo. Cuanto más largo es el plazo que analizamos, la volatilidad disminuye progresivamente. Está demostrado que las acciones tienen un comportamiento extraordinario a largo plazo, con rentabilidades muy superiores a activos más conservadores como la deuda pública.
¿Qué está pasando con las bolsas?
Con la actividad de la mayor economía del mundo avanzando a pasos agigantados hacia la normalidad, gracias al rápido proceso de vacunación, y los billonarios planes de inversión del gobierno de Biden, el gigante norteamericano aspira a dejar atrás esta crisis, y a generar un crecimiento sólido.
Lo que estamos observando ahora es que, el exceso de ahorro de los hogares acumulado durante los confinamientos y restricciones de actividad, empezará a utilizarse para retomar los planes frenados por la pandemia y dará lugar a un significativo incremento del consumo, lo que se traducirá en un aumento de las ventas de las compañías.
En la publicación de resultados de este primer trimestre, más de tres cuartas partes de las compañías han publicado datos mejores de lo esperado, con crecimientos de beneficios superiores al 60%. Esto se ha traducido en moderados avances en las bolsas europeas, que se mantienen cerca de máximos históricos por el renovado optimismo sobre la recuperación económica.
Para finalizar, como conclusión, creemos que el mercado está excesivamente preocupado por una subida de tipos de interés como consecuencia de un aumento de la inflación, pero los Banco Centrales van a ser más pacientes de lo que el mercado espera, y solo cuando la recuperación esté bien asentada iniciarán el camino de subida de los tipos de interés. De hecho, sus discursos cada vez son más permisivos con una inflación superior al 2%, ya que esto contribuiría a aliviar la deuda pública de los países, porque una inflación alta genera más impuestos sin que los contribuyentes se alarmen. Además, las compañías con mucha exposición al retail, se verán muy beneficiadas del aumento de ahorro de familias generado debido al confinamiento o a las limitaciones impuestas por la pandemia. Las familias han ahorrado en 2020 más que otros años, y ese exceso de ahorro puede convertirse en consumo a corto plazo, lo que será muy positivo para empresas ligadas al consumo minorista, especialmente ocio, viajes y moda.