Si antes nacíamos con un pan debajo del brazo, hoy los niños lo hacen con una pantalla. Las generaciones actuales son 100% digitales y es nuestra responsabilidad, como padres o tutores, educarlos en el uso de las nuevas tecnologías. Porque cierto es que, más allá de su componente lúdico, son instrumentos que favorecen el aprendizaje en muy diversas áreas de conocimiento.
Según la encuesta anual sobre equipamiento y uso de las tecnologías de la información y comunicación en los hogares, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el acceso a Internet de los menores, entre 10 y 15 años, ya alcanza al 92,8% de los usuarios. Y casi un 70% de los menores encuestados disponen de un smartphone.
Como demuestran los datos, el uso de las nuevas tecnologías es mayoritario. Pero, ¿saben utilizar los dispositivos y las aplicaciones de forma segura y responsable? Y es aquí donde entra nuestra labor como padres.
Consejos para un uso de las nuevas tecnologías responsable
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es el tiempo de uso y exposición a pantallas (televisores, tabletas, móviles y ordenadores) de los más pequeños. Para calcularlo, no hay que olvidar que un niño tiene que dormir entre 9 y 12 horas, dependiendo de la edad; ir al colegio unas ocho horas diarias; hacer los deberes, practicar deporte, jugar con su familia y amigos y dependiendo de esto, establecer dicho tiempo.
Desde la Asociación Americana de Pediatría (AAP) sostienen que el tiempo de uso de nuevas tecnologías nunca debe restar horas al sueño, al tiempo en familia, ni a la actividad física. Y aunque cada familia debe contar con un plan de uso personalizado, recomiendan los siguientes tiempos:
- De 0 a 2 años: nada de pantallas.
- Entre 2 y 5 años: entre media y una hora al día.
- De 7 a 12 años: una hora con un adulto delante y nunca en horas de comidas.
- Entre 12 y 15 años: una hora y media.
- Mayores de 16 años: dos horas.
Asimismo, con el objetivo de crear un hábito saludable desde pequeños, es recomendable que haya lugares y momentos en los que no haya pantallas. Zonas libres de nuevas tecnologías. En este sentido, la AAP aconseja:
- Una hora antes de dormir, no utilizar ningún tipo de pantalla. Leer siempre es la mejor opción.
- No usarlas a la hora de comer.
- Establecer un tiempo en el que ningún miembro de la familia use móviles, tabletas ni ordenadores.
- No utilizar pantallas mientras se hacen los deberes, en el colegio ni cuando se cruza la calle.
- Evitar su uso en el vehículo, salvo en viajes largos.
- No utilizar móviles ni tabletas en el cochecito o silla de paseo.
Más recomendaciones para educar en el uso de la tecnología
Del mismo modo que en el mundo real, marcamos límites a nuestros hijos, debemos hacerlo en el virtual. Para ello, tenemos que conocer el entorno en el que se mueven, sabiendo quiénes son sus amistades; qué software y aplicaciones utilizan; qué páginas web visitan y qué hacen cuando están conectados. ¿A qué cuando tu hijo sale con sus amigos un sábado, sabes con quién va, dónde y a qué hora debe volver a casa?
Otros aspectos que no debemos dejar pasar por alto para que nuestros hijos sean responsables en el uso de las nuevas tecnologías son:
- Establecer tiempos de uso y fomentar el juego en el mundo real estimula la creatividad, por lo que cuando no estén utilizando dispositivos tecnológicos, debemos favorecer la práctica de actividades alternativas.
- Compartir pantallas en familia. Tal y como aseguran desde la Asociación Americana de Pediatría, participar con los niños en las actividades que realizan con sus pantallas fomenta las interacciones sociales, el aprendizaje y estrecha lazos. El papel de los padres no debe limitarse a supervisar el tiempo de uso y qué hacen, sino también hay que participar y entretenerse con ellos.
- No utilizar la tecnología como ‘pacificador’ emocional. Cada vez es más habitual ver a padres dando a sus hijos una tableta para que estén tranquilos y callados. Es un error. El aburrimiento de los niños y su forma de controlar sus emociones hay que controlarlas con otro tipo de actividades y estrategias.
- Las redes sociales no son el problema. Tampoco lo es que los adolescentes se conecten. De hecho, forman parte de su desarrollo. El fallo está en no enseñarles a configurar las opciones de privacidad que brindan las distintas redes. También es importante hacer que comprendan que todo lo que compartan formará parte de su huella digital de manera permanente.
- Advertir a los niños sobre la importancia de la privacidad y los peligros que corremos todos en internet. Es imprescindible que conozcan la existencia de depredadores sexuales y de cómo proceden.
- Predicar con el ejemplo. Los niños hacen lo que ven, por lo que tenemos que ser nosotros su ejemplo e inculcarles buenos hábitos en el uso de la tecnología.
Nuestros hijos son nativos digitales. Desde pequeños desarrollan formas de pensar influidas por el entorno de las nuevas tecnologías. Nuestro papel es acercarles a la parte positiva de las mismas. Tanto con las recomendaciones que hemos visto, como con apps educativas que pueden ayudarnos a que, además de pasar tiempo utilizando este tipo de dispositivos, aprendan inglés, caligrafía, cálculo o a diferenciar los tipos de alimentos, entre otras cuestiones.